viernes







Qué dulces son estos niños tan llenos de sangre.

A ellos les toca llorar por todos nosotros.
Los asesinos van cargados de buenas razones para existir,
van en procesión con cirios y risas.
¿En dónde está mi asesino?
¿Cuál será el benigno que se apiade de mí?
Los asesinos son la única verdad que nos queda.
Vean, cobardes de entendimiento,
cómo los niños juegan con sangre.
¿En dónde está mi asesino?
Tal vez cuando él llegue yo sólo pregunte:
¿por qué tardaste tanto?
...





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